Las EASC

Sobre las Enfermedades Ambientales de Sensibilización Central

Las EASC (Enfermedades Ambientales de Sensibilización Central), también conocidas como Enfermedades de Sensibilización Central (ESC), referidas en la literatura cientí­fica como Sí­ndrome de Sensibilización Central (SSC o SSEC), agrupan un conjunto de sí­ndromes estrechamente relacionados. Entre los más conocidos actualmente figuran:
La fibromialgia (FM)
La fibromialgia es un síndrome clí­nico caracterizado por dolor crónico generalizado en los músculos y el tejido fibroso (ligamentos y tendones). Se suele diagnosticar mediante la presión en una serie de puntos del cuerpo y la consideración del resto de sí­ntomas. Además del dolor músculo-esquelético no reumático, el sí­ndrome incluye también otros sí­ntomas diversos como trastornos del sueño, fatiga injustificada, dolor de cabeza, disfunción temporomandibular, trastornos digestivos y excretorios, piernas inquietas, vértigo, problemas de equilibrio, parestesias en las extremidades (adormecimientos, hormigueo, rigidez). A nivel mental y emocional, manifiesta trastornos cognoscitivos (concentración y memoria) y trastornos emocionales como la ansiedad, la tristeza y la depresión, generalmente derivados del carácter doloroso, crónico y discapacitante del propio síndrome. No es una enfermedad rara, ya que se estima que la padece del 2 al 6% de la población, en diversos grados. Más del 90% de las personas afectadas son mujeres.
El sí­ndrome de fatiga crónica o encefalomielitis miálgica (SFC/EM)
El síndrome de fatiga crónica o encefalitis miálgica se caracteriza por un cansancio fí­sico y mental excesivo (agotamiento neuroinmune post-esfuezo) que no remite con el descanso, dura más de 24 horas después del esfuerzo y reduce notablemente los niveles de actividad que la persona afectada tení­a antes del sí­ndrome. La fatiga suele ir acompañada de otros trastornos también persistentes como sí­ntomas gripales recurrentes, febrí­cula, dolor de garganta, agrandamiento de glándulas linfáticas del cuello o axilas, dolores difusos articulares o musculares, dolor de cabeza, malestar fí­sico y mental post-esfuerzo y sueño no reparador u otros trastornos del sueño. La fatiga mental suele incluir pérdida de memoria y concentración. Este complejo conjunto de sí­ntomas puede llevar a la persona afectada a sufrir otros problemas graves como la depresión y problemas familiares, sociales y laborales. Se conoce también como enfermedad sistémica por intolerancia al esfuerzo. Para su diagnóstico, se debe descartar la existencia de infecciones, de otras enfermedades físicas y de trastornos psicológicos preexistentes. Se considera un trastorno multiorgánico y multisistémico que afecta fundamentalmente a los sistemas neurológico e inmunológico, así­ como a los mecanismos de producción energética celulares. El sí­ndrome de fatiga crónica se diagnostica con mayor frecuencia en mujeres.
La sensibilidad quí­mica múltiple (SQM)
La sensibilidad química múltiple se caracteriza por toda una serie de sí­ntomas que se desencadenan ante la exposición a diversas sustancias ambientales, y que afectan a múltiples sistemas y órganos. Los sí­ntomas pueden ir mejorando o desapareciendo, tras un perí­odo más o menos prolongado, si la persona afectada consigue no estar expuesta a las sustancias ambientales desencadenantes. Los principales sistemas afectados son los sistemas nerviosos central y periférico (dolor de cabeza, fatiga, deterioro cognitivo, confusión mental, pérdida de memoria y concentración), los órganos de los sentidos (dolor, quemazón, inflamación o irritación en ojos, oí­dos, fosas nasales y piel) el sistema respiratorio (boca, faringe, fosas nasales, pulmones), la piel y los sistemas cardiovascular, endocrino, musculoesquelético, gastrointestinal (naúsea, diarrea) y reproductor. También puede producirse fatiga intensa, malestar general y dolor osteomuscular. Aunque se conoce también como intolerancia idiopática ambiental, sus causas próximas o desencadenantes de las crisis llegan a ser bien conocidas por la persona afectada. Entre las más comunes figuran sustancias de diversos grados de toxicidad o incluso algunas que, en las concentraciones que afectan a las personas SQM suelen ser mejor toleradas por las demás personas, como determinados productos industriales y de limpieza, pinturas, gases, humos, hongos, compuestos químicos e ingredientes naturales de uso alimentario, perfumes o radiaciones y campos electromagnéticos. En niveles severos de afectación, la vida cotidiana se hace muy difí­cil para estas personas, lo que puede dar lugar a problemas de depresión, ansiedad y otros trastornos derivados del sufrimiento, el aislamiento, la incomprensión médica y general y la desesperanza vital. La mayorí­a de las personas afectadas son mujeres.
La electrohipersensibilidad (EHS), también conocida como hipersensibilidad electromagnética, sensibilidad electromagnética y electrosensibilidad
Este sí­ndrome, al ser observado en los años cuarenta en operadores de radar, fue denominado médicamente "enfermedad del radar" y también "síndrome de intolerancia a los campos electromagnéticos". Se caracteriza por una serie de sí­ntomas asociados a la exposición a campos electromagnéticos, sobre todo los artificiales. Estos campos incluyen los generados por los aparatos y el cableado doméstico e industrial, las instalaciones de producción, transporte y distribución de energía eléctrica y las radiofrecuencias emitidas por diversos dispositivos como las antenas de telefonía móvil, el teléfono móvil, el Wi-Fi, el Bluetooth, el radar, etc. Se trata de un síndrome que afecta a numerosos sistemas y órganos, aunque predominan una serie de sí­ntomas neurológicos, inmunológicos y endocrinos. Su sintomatologí­a e intensidad varí­a según los individuos y su grado de afectación. Entre estos sí­ntomas figuran: irritabilidad, nerviosismo, estrés, angustia, dificultad de atención y concentración, pérdida de memoria, confusión, inestabilidad, desorientación y trastorno de la memoria espacial; sequedad de mucosas, sed intensa, poliuria; enrojecimiento del rostro con sensación de ardor, picores en la piel; sensación de pinchazos o picotazos en el cuero cabelludo, sensación de ladrillo en el cerebro, sensaciones de corrientes eléctricas en el interior del cerebro; pinchazos o dolor punzante en el nervio auditivo, en el cerebro, en músculos, etc.; febrí­cula; adormecimiento de extremidades u otras partes del cuerpo, también durante el sueño; dolor de cabeza creciente en intensidad y extensión, además de muy peculiar y persistente; taquicardias, arritmias, hemorragias nasales; vértigos, mareos, silbidos en los oí­dos (acúfenos); picor en la piel, sobre todo en el rostro y cuero cabelludo; eritemas; sensación de arenilla, picor o dolor en los ojos, problemas de visión, manchas negras y otras distorsiones del campo visual; nauseas, trastornos digestivos; trastornos de regulación térmica; cansancio intenso e inexplicable por la actividad realizada; dolores musculares y articulares; trastornos del sueño, generalmente insomnio durante varias noches tras la exposición, a pesar del cansancio extremo.
Por lo general, los síndromes mencionados son más frecuentes en mujeres. Según algunos investigadores, esto puede estar relacionado con el equilibrio más complejo del sistema hormonal femenino.

Asociación SOS EHS-EASC (ElectroHiperSensibilidad-Enfermedades Ambientales de Sensibilización Central)